martes, 22 de abril de 2008

MANIFIESTO SOBRE EL “DÍA DE CASTILLA Y LEÓN. VILLALAR 2008”

CIUDADANÍA Y VILLALAR


Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía (C´s) considera que la política debe regirse por los principios de racionalidad y sentido común y no por los sentimientos y las pasiones identitarias a las que, interesadamente, algunos nos quieren llevar para mejor neutralizar nuestra capacidad crítica.

Es nuestra condición de ciudadanos la que nos garantiza los derechos y libertades de los que gozamos actualmente y no nuestra identificación con una supuesta alma castellana que se pretende corporeizar con este tipo de celebraciones.

El hecho de que las personas pertenecientes a una determinada comunidad humana compartan una serie de pautas culturales, fruto de una historia en común, vinculada a un determinado territorio, no nos puede llevar a la confusión sobre quiénes son los detentadotes de derechos, deberes y libertades: son de los ciudadanos, no los territorios.

La Comunidad Autónoma de Castilla y León y las fórmulas de autogobierno regional solo se justifican si se constituyen en una estructura política útil para todos y cada uno de los ciudadanos, permitiéndonos un mejor ejercicio de nuestros derechos individuales y sociales y una mayor proyección a través de la interacción con nuestro espacio común español y europeo.

C´s propone el cierre del modelo de Estado autonómico, para evitar interpretaciones arcaicas que conducen a propuestas secesionistas y permiten la manipulación interesada de ficticios conflictos identitarios con la excusa de supuestos agravios comparativos.

C´s detecta con preocupación cierta propensión a imitar determinados comportamientos propios del nacionalismo excluyente. Estos discursos localistas con frecuencia esconden intereses particulares que buscan presencia en los órganos de representación política para su mejor defensa. En C´s de Soria estamos plenamente convencidos de que tales discursos no van a tener eco en nuestra sociedad, que apuesta por la solución de sus conflictos mediante la participación de todos, el diálogo y el uso de la razón, sin caer en manos de manipuladores interesados.

Manifestamos nuestra intención de no participar en ningún acto que contribuya a la exaltación de sentimientos de pertenencia al margen del concepto de ciudadanía, ya que consideramos que no ayuda a la solución de nuestros problemas ni a mejorar el bienestar de la población.

Por otra parte, deseamos a las personas que acudan a la fiesta de la campa de Villalar que disfruten de una actividad de ocio colectiva que debería estar desprovista de manipulaciones políticas interesadas.

Finalmente, recordamos a los partidos políticos, sindicatos y demás organizaciones que, con frecuencia, utilizan estas fiestas como altavoz de reivindicaciones y propaganda de sus actuaciones, que sus objetivos deben ser la promoción del bienestar y de las libertades de las personas y que el origen de nuestros derechos no procede de la fuerza de un sentimiento de pertenencia a una entidad como Castilla y León, sino a los principios y valores que nuestra Constitución consagra. Gracias a los mismos, todos somos ciudadanos.

Ciudadanos – Partido de la Ciudadanía.
Soria, 22 de abril de 2008.

domingo, 20 de abril de 2008

COMUNICADO DE CIUDADANOS-PARTIDO DE LA CIUDADANIA
SOBRE LA SITUACIÓN EN EL AYUNTAMIENTO DE SORIA


Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, ante el bloqueo que actualmente sufre el Ayuntamiento de Soria, derivada de la composición del Pleno, con nueve concejales del PSOE, otros nueve del PP, dos de IDES y uno de IU, que impide la aprobación de los Presupuestos y no garantiza la estabilidad del gobierno municipal, quiere manifestar su apoyo a cualquier iniciativa de consenso que anteponga los intereses de los ciudadanos a los partidistas por muy legítimos que éstos sean.

La diferencia de propuestas y proyectos es parte consustancial de los sistemas democráticos; pero existen situaciones en las que tales diferencias deben aparcarse y, en un ejercicio de responsabilidad, los representantes de los distintos partidos deben esforzarse en alcanzar acuerdos de mínimos que permitan sacar adelante proyectos urgentes y necesarios que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos.

Es totalmente inaceptable que, como consecuencia de este bloqueo, no se puedan abordar problemas con posibles soluciones de índole casi exclusivamente técnica. ¿Tiene color político el plan de mejoras para las “Ciudades del Hombre” de 2009?

Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía considera que para que este consenso pueda producirse, deberían seguirse las siguientes pautas:

Sería deseable que todos los partidos políticos o, al menos, los que cuentan con representación mayoritaria en el Ayuntamiento, formen parte de los órganos de dirección del mismo y se corresponsabilicen de la acción de gobierno ante la ciudadanía a la que sirven. Lo que se ha podido hacer en Alemania, ¿no se puede hacer también en Soria?

Ningún partido debe pretender imponer una serie de condiciones previas al resto, mucho menos si éstas son maximalistas, porque impiden llegar a un acuerdo. En este sentido, valoramos negativamente las pretensiones de IDES de condicionar su apoyo al actual gobierno municipal a una exigencia de máximos al Gobierno de la Nación con un compromiso de 100 millones de euros en los próximos cuatro años.

Por otra parte, Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía considera que los protagonistas imprescindibles del necesario consenso deben ser, por llamésmole, justicia democrática, los dos partidos políticos que mayores apoyos han recibido: PSOE y PP. A ellos les corresponde la responsabilidad de organizar un gobierno de concentración municipal.

Nuestra opinión es que la Alcaldía debe seguir recayendo en el representante del partido más votado, el PSOE, que obtuvo en los pasados comicios 7.600 papeletas frente a 7.059 del PP, 1.970 de IDES y 984 de IU, de un total de 17.613 votos a candidaturas, comicios que registraron una abstención de 10.662 electores.

En definitiva, Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía entiende la política como un servicio a los ciudadanos. Y es con ese objetivo como deben gestionarse los resultados que salen de las urnas, sin pretender alcanzar mayores cuotas de poder que las que los ciudadanos han tenido a bien otorgar a cada partido político.



Ciudadanos – Partido de la Ciudadanía.
2008-04-19, Soria.

viernes, 18 de abril de 2008

COVALEDA: VALORES CULTURALES Y PORN

Mi pueblo, Covaleda, anda inmerso en el debate del PORN de Laguna Negra y Circos Glaciares de Urbión. Es, quizá, el tema más importante con el que se ha enfrentado en estos últimos años. En el folleto informativo de la Junta de Castilla y León se puede leer: “Se promoverán todas aquellas actuaciones que incrementen el nivel de vida de los residentes (...) buscando (...) el más escrupuloso respeto a los valores naturales y culturales”. Debemos tener en cuenta que los valores culturales, a los que se hace referencia, evolucionan influidos por los cambios socioeconómicos y culturales del entorno y que afectan a cada comunidad humana. No son algo estáticos que permanecen inalterables por decreto, a voluntad del legislador o responsable político. El propio PORN se constituye también en una fuerza que modificará en un sentido u otro, en qué grado tales valores estarán presentes en la vida cotidiana de las gentes de Covaleda en el futuro. Conviene, por tanto, hacer una especie de inventario e intentar predecir qué efectos puede llegar a tener el PORN para la comunidad poseedora de tales valores.

Aunque pueda parecer baladí, por exigencias del método conviene confirmar la existencia de la propia comunidad humana: un grupo humano definido, que vive en un territorio delimitado, -el término municipal- y que todas y cada una de las personas que allí viven se sienten pertenecientes a la misma comunidad humana, ya que comparten y han compartido referentes culturales, afectivos y socioeconómicos durante un periodo de tiempo relativamente amplio, que afecta a varias generaciones. En mi pueblo, esos referentes comunes giran en torno al entrañable y rentable pinar comunal. Pero, ¿qué valores socioculturales son esos?

El primero es un sentimiento igualitario entre todos los del pueblo. Sin embargo, hay que decir que la sociedad pinariega no es igualitaria, y cada vez lo es menos. En primer lugar, porque la evolución del precio de la madera, a la baja, ha provocado que la llamada “suerte de pinos” cada vez constituya un porcentaje menor en el conjunto de los ingresos de cada uno de los covaledenses. Pero sí se mantiene cierta percepción igualitaria ya que el pinar pertenece a todos, “a partes iguales”. Eso otorga cierta cohesión al grupo humano centrado en el pinar y en su explotación. Si la solidaridad es un valor a potenciar en la sociedad, además si se centra en los efectos que tiene la explotación de una propiedad comunal, es algo connatural a la propia existencia de esa comunidad. Esa solidaridad puede verse alterada por el PORN, si no se arbitran medidas que la mantengan o acrecienten. Efectivamente, se jura y perjura que la “suerte de pinos” se mantiene; pero debería asegurarse que el PORN no afectará al valor real de esa suerte de pinos en el futuro. Si los expertos del PORN aconsejaran en un futuro una reducción significativa en la explotación forestal que afectara a la cantidad a percibir por los vecinos, se debería decir cómo se compensarían a los vecinos de esa pérdida.

Existe la posibilidad de estipular una externalidad positiva cuyos beneficiarios sean los propios vecinos y que se añada a la tradicional “suerte de pinos”. Eso de la externalidad positiva no es otra cosa que volver del revés el conocido lema de que “el que contamina, paga”. Es decir, si el que contamina (externalidad negativa), paga; la comunidad que conserva (externalidad positiva), cobra. La propia comunidad pinariega, con sus costumbres, valores e intereses, se ha encargado de mantener ese entorno tan bello. Si se va a favorecer el turismo rural, creando una línea de subvenciones a ese tipo de actividades, debemos percatarnos que el entorno va a ser el recurso a explotar. Parte de las plusvalías de esa explotación debería revertir en los vecinos “a partes iguales” que, por poner un ejemplo, cuando se avisa de incendio, por las calles del pueblo, no queda ni un alma, ni santa ni pecadora; todos vamos a apagar ese incendio para conservar lo que nuestros mayores nos han dejado en herencia: el pinar y nuestra propia pertenencia a esa comunidad.

He dicho más arriba que la solidaridad puede verse alterada. Efectivamente, así es. Muchos vecinos y vecinas, por edad, situación o lo que fuere, no van a poder nunca beneficiarse de ese tipo de subvenciones asociadas al inicio de un tipo determinado de actividad. El porcentaje de sus ingresos totales, la “suerte de pinos” sigue siendo algo sustancial para las personas que viven de una pensión, por ejemplo, no contributiva. Debemos asegurar que para ellos, el PORN no va a suponer una reducción de sus ingresos en el futuro. Es más, ¿por qué renunciar a un incremento?

Defiendo aquí, sin complejos y con orgullo, que el propio mantenimiento del pinar ha sido posible gracias a los propios valores culturales de la comunidad pinariega. La solidaridad intergeneracional ha motivado que nuestros mayores hayan cuidado la herencia que nos iban a dejar. Sin tener, quizás, lo que podríamos llamar una conciencia ecológica, el efecto ha sido el mismo: un entorno cuidado y una actividad explotadora sostenible. Esto es un ejemplo evidente de cómo los valores evolucionan.

En el PORN se dice que la propiedad del pinar seguirá siendo de los vecinos de Covaleda; pero para que esto sea creíble, es decir, para que la gente no piense que lo del PORN no es otra cosa que una expropiación camuflada a precio de saldo (ante la imposibilidad de realizar una expropiación al uso a una comunidad sociocultural, pues díganme ustedes cómo se expropian valores asociados a un entorno), como iba diciendo, para que todo esto sea creíble, desde los responsables de la Junta de Castilla y León deben abrir la posibilidad a la que estoy haciendo referencia, que la comunidad de vecinos tenga acceso a los beneficios de la explotación turística y en actividades de ocio del pinar “a partes iguales”, como es propio de una sociedad comunal como la pinariega. Evidentemente, no se entendería que se mantiene la titularidad de la propiedad a los actuales propietarios, si la explotación de la misma no revierte a ellos en una parte significativa. Propongo, sin más, un cambio en la estrategia explotadora de la propiedad comunal; frente a una actividad eminentemente extractiva; pasaríamos a una actividad mixta, diseñada, en parte, para el disfrute de la naturaleza de los turistas que tuvieran a bien visitarnos.

Obvio decir que el origen de la suerte de pinos es consecuencia de la propiedad comunal del pinar. En el momento en que se dio origen a esa institución socioeconómica de la “suerte de pinos”, no se podía imaginar que llegara a constituir una posibilidad de negocio la simple contemplación del paisaje por personas desacostumbradas a tanta agreste belleza. El que se pida ahora que esto revierta en beneficio del vecindario no deja de ser una actualización de aquello que se dice que se quiere mantener, a saber, los valores socioculturales de la comunidad y la propiedad del pinar a sus legítimos dueños, los vecinos de Covaleda.

El modo técnico de llevarlo a la práctica, es posible. Sólo falta voluntad política para que lo que es de justicia se pueda aplicar.

jueves, 10 de abril de 2008

LA DESGRACIA QUE ME HA CAIDO ENCIMA

Andaba yo dándole vueltas sobre la desgracia que me había caído encima por haberme cruzado con una persona tan poderosa y relevante y con tanta proyección mediática, infinitamente superior a la mía, como Álvaro de Marichalar, a cuenta de mi fugaz paso por UPyD y mi deserción en cuanto vi lo que en él se cocía. Lamentábame sobre la injusta condición del poderoso frente a un desconocido, como yo. Cómo Álvaro podía largar por su boca todo lo que estimase conveniente a través de los medios de comunicación sobre mí, mientras nadie se molestaba en preguntarme mi propia versión. Incluso intenté hacer valer mi derecho de réplica en no importa qué medio escrito; pero todo fue en vano. Estaba claro, importaba más de qué boca salía, que si lo que se decía se ajustaba o no a la verdad. Dicho sea de paso, a mí tanto me da lo que opine de mí Marichalar. Pronto pude comprobar cómo se podía contabilizar las contradicciones en las que incurría, tantas como oportunidades tenía de hablar sobre mí, oportunidades de las que yo carecía públicamente.

En un periodo escaso de un mes, pasó de decir de mí “lo cierto es que nos ha sorprendido” (refiriéndose a mi marcha a Ciudadanos - Heraldo de Soria; 24-1-2008) a que “era un submarino, afortunadamente nos dimos cuenta a tiempo” (ABC.es; 28-2-2008) Pura contradicción como se ve; si una persona se da cuenta de algo, no se sorprende, y si se sorprende no se da cuenta.

El caso es que no había nada que descubrir, cuando me afilié a UPyD, era aún afiliado de “Ciudadanos”; y tanto en “Ciudadanos”, como en UPyD hice, en sus inicios, bandera de mi doble militancia, ya que compartía con bastantes afiliados de uno y otro partido, la idea de la necesaria fusión entre ambas formaciones. Postura que ahora, viendo lo que hay detrás de UPyD y lo que puede suponer para la necesaria regeneración política el partido de Rosa Díez, -con muchas dudas- , obviamente, no comparto.

Pero este no es el tema que me ocupa ahora.

Dándole vueltas y más vueltas, llegué a la conclusión que a veces el poder y la influencia pueden actuar en contra de aquel que la posee, sobre todo si se demuestra poca pericia y un exceso de autocomplacencia en el manejo de sus resortes.

La familia Marichalar está utilizando todos los argumentos habidos y por haber, y todas sus influencias en el litigio sobre el polígono industrial. No sé si es la mejor estrategia. Entre todas las razones expuestas, envueltas en la bandera de la sorianidad, -que echa un tufo demagógico que apesta, dicho sea de paso-, aparece descarnadamente el único punto en común a todas ellas: todas favorecen el interés patrimonial de los Marichalar. Esa es la única razón realmente determinante que les impulsa a oponerse al polígono industrial, conservar o aumentar su patrimonio. Ante esa, todas las demás son intercambiables y sustituibles unas por otras, dependiendo del efecto que los estrategas de Marichalar puedan prever que tengan ante la opinión pública. La mayoría de esas razones no son de peso; por eso la familia Marichalar necesita ponerlas todas juntas para que parezcan algo. Y algunas de ellas, además, son contradictorias entre sí: por una parte consiguen apoyos en contra del polígono industrial y por otra, presuntamente venden a una empresa canaria parte de esos terrenos para, asómbrense, poner en marcha un polígono alternativo al planteado por Gesturcal. ¿Alguien entiende algo? Pero puede ocurrirles lo que al pastorcillo mentiroso y el exceso de argumentos pueden volverse en su contra, como un boomerang. Si apareciese un elemento nuevo relacionado con el asunto en cuestión, que aconsejara abandonar el proyecto del polígono industrial, en el batiburrillo que se han montado los Marichalar con todas las anteriores, esa última pasaría no ya desapercibida, sino envuelta en una duda de autenticidad. Si se encontrase algún resto romano en las tierras en litigio, por poner un ejemplo, muchos bromearían con la posibilidad de que la familia en pleno se hubiera dedicado a comprar souvenir por las tierras de Italia y que por las noches, sin que nadie les viera, hubieran sembrado de restos arqueológicos su “parcelita”.

Pero en todo este lío, falta la voz del soriano de a pie; de aquel soriano que no puede elegir entre quedarse en su Soria del alma o irse; obligatoriamente debe marchar sin remedio si quiere vivir dignamente. Ese soriano que ya está pensando en hacer las maletas, y que a veces puede sentirse un poco acomplejado frente a tanto intelectual dominguero que le gusta firmar un manifiesto más que a un tonto un caramelo, quizá debería empezar a hacerse oír. Quizá debería decir que necesita trabajo, una cosa tan simple y sin tanta floritura, ni ejercicios de estilo. Que la propiedad privada no es un derecho absoluto, que está subordinado al bien común, al de la mayoría, y que con la misma legitimidad, que muchos reconocen en el empeño que ponen los Marichalar en la defensa de sus intereses, se puede, -y pienso que se debe-, presionar a los poderes públicos para que aceleren los trámites en la puesta en marcha del polígono industrial; ya que, en mi modesta opinión, se entraría en manifiesta contradicción que las estrategias dilatorias que pudieran poner en marcha la familia Marichalar, supusieran de hecho una primacía de los intereses particulares de éstos sobre los intereses de la mayoría de los sorianos, que con urgencia reclaman medidas que consigan parar la corriente migratoria que padecemos. Que todo siga su curso para que pronto el impulso que necesita Soria se dé.

El poder es una manifestación de la capacidad organizativa de los distintos grupos sociales. Difícilmente pueden organizarse aquellos sorianos y sorianas que pudieran encontrar un buen trabajo en el futuro polígono industrial si todavía está todo en el aire. Pero, aunque ninguno de ellos pueda asegurar que se van a beneficiar ellos directamente y no otros, me pide el cuerpo pedirles que no sean cicateros en el esfuerzo para sacar adelante proyectos de este tipo, pues el futuro de todos (o casi todos, siempre hay personas que van sobradas) los sorianos está en juego.
LA CORNISA

LA FAMILIA: RETRATO EN SEPIA

A pesar de que se han empeñado y se las están arreglando para estar hasta en la sopa, el caso es que a mí las últimas actuaciones de los Marichalar me producen, más que otra cosa, una cierta ternura. Algo así como cuando contemplo las viejas fotografías de color sepia. Comprendo que a algunos -especialmente a dirigentes de entidades financieras y administrativas que no hace tanto les subvencionaron cuantiosamente sus congresos y “saraos”- les cabreen. Comprendo también que otros los jaleen, les den “bola” y los utilicen en su propio beneficio y que no falten, incluso, quienes se los tomen tremendamente en serio, o al menos lo aparenten. Pero a mí, ya digo, más que otra cosa, me producen ternura y hasta ¿por qué no decirlo? cierta gracia. Y más ahora, cuando uno de ellos, el más dinámico, ha saltado a la política.
Habrá que convenir que no resulta fácil encontrar a alguien cuya participación en la vida política se vea tan directamente motivada por la defensa del patrimonio familiar. La mayoría de quienes tienen actividad política militante declaran, cuando se les requiere sobre ello, que lo hacen por su interés por lo público. Alguno ha añadido, con lógica y verdad, que el paso del tiempo ha añadido a ese interés, necesidad, pues tras una década con sueldo y prebendas de cargo político, ¿dónde iba a ir que mejor estuviese e incluso que, simplemente, pudiese estar? Variantes, desde luego, ha habido muchas. Álvaro de Marichalar ha venido a añadir una nueva: la defensa del patrimonio familiar y, por tanto, en la parte que le corresponda, del suyo propio. En realidad más que añadir algo nuevo ha recuperado lo que era tradición muy antigua y que, pensábamos, había desaparecido, como tantas otras cosas, con el paso del tiempo, la sociedad de masas y la democracia .
No todos los días le está dado a un historiador asistir a la resurrección del pasado. Los químicos y los físicos cuentan con laboratorios para experimentar; los historiadores, por el contrario, carecemos de probetas en las que poder realizar probatinas una y otra vez, porque el tiempo es cualquier cosa menos repetible. Pero, hete aquí que el pasado, con sus retratos al óleo y sus fotos en sepia, se nos ha vuelto a presentar a velocidad de motora y revestido de postmodernidad.
Hubo antaño -escribamos con términos decimonónicos, pues del siglo XIX hablamos- familias que acostumbraban a dedicar a uno de sus vástagos a la política. Se trataba de una estrategia tan meditada como inteligente. ¿La finalidad? Había que cuidar e incrementar el patrimonio familiar. ¡Oh, la familia, la familia!
La revolución liberal, que en España, a diferencia de Francia, dejó casi incólumes los bienes de la nobleza, trajo como consecuencia política el fin del absolutismo y el inicio de los regímenes parlamentarios. El Parlamento se convirtió pronto en una fuente de poder y de influencia y, por tanto, en un lugar deseado por miembros de las clases acomodadas y, entre ellos, desde luego, por los nobles. Si antes fue frecuente que éstos encaminaran a alguno de sus hijos a la Iglesia, con billete directo y rápido a la dignidad de obispo, en el XIX, además de a la Iglesia, y en ocasiones en vez de, había que dedicarlo a la política. Su misión no sería sólo la de velar por él mismo, sino también por el conjunto de los negocios familiares. ¿Quién podría conocer con más prontitud y precisión que un parlamentario cuáles podían ser, por ejemplo, los terrenos desamortizados? ¿Quién podría tener mayor influencia que un diputado o un senador a la hora de decidir que el trazado concreto de una carretera o de una vía férrea pasara cercano no a las fincas de aquel sino a las suyas? ¿Quién...? Desde el poder los potentados convirtieron en norma que la ley rigiera para el enemigo y para el amigo el favor. Y en la cadena de favores personales en que fue convertida la política de la época isabelina y de la Restauración, ¿qué mejor para las familias con cuantioso patrimonio que tener a uno de sus miembros dedicado a ella?
Desconozco si Luis de Marichalar, Vizconde de Eza, el abuelo de Álvaro al que éste ha aludido y sigue aludiendo con reiteración, fue uno de esos a los que su familia inclinó, como estrategia, a la política. Lo que sí sé es que, tras enviar a Ramón Benito Aceña al Senado, al “cuartel de inválidos” en palabras del propio Aceña, se convirtió en el hombre clave del partido conservador en Soria, cuyo distrito de la capital representó interrumpidamente en el Congreso desde 1899 hasta el golpe de Estado de Primo de Rivera.
No sé si es lógico, pero resulta entrañable, que Alvaro de Marichalar airee ahora la foto sepia de su abuelo. No otra cosa hicieron, por cierto, los medios de comunicación nacionales cuando dieron cuenta del futuro enlace de otro de los nietos del Vizconde, Jaime, con la mayor de las Infantas. Había que poner pedigrí al novio de la realeza. Y el antepasado más ilustre era aquel abuelo que además de diputado “muy querido” había sido ministro con el bisabuelo de la Infanta, Alfonso XIII. No eran aquellos tiempos del noviazgo propicios a críticas a la familia real ni a sus círculos más cercanos. Aun así, se me permitió, en este mismo medio y en una sección que también se llamaba La Cornisa, poner contrapuntos a tanta alharaca. Los contrapuntos eran éstos: al proclamarse la República en Soria la única “violencia” consistió en arrojar por el balcón del Ayuntamiento el retrato del Vizconde y entre los ministerios desempeñados por éste estuvo el de la Guerra. ¿Timbre de gloria? Desde luego que no, pues desempeñando tal ministerio se produjo la mayor derrota y el mayor número de muertos en combate hasta la guerra civil: el desastre de Annual con trece mil muertos españoles ante las kábilas marroquíes de Abd-el-Krim. Los contrapuntos, aclaro, sólo tenían una finalidad: que no se mutilara sesgadamente la historia por intereses del presente. Las cosas, y más en política, siempre tienen claroscuros.
Pero el pasado, pasado es. Importa más el futuro. Y a la familia de los Marichalar sobre todo el de sus hectáreas de Las Coloradas. Todavía no había acabado el año 2007 cuando, en esta misma sección, escribía: “Dado que ni las administraciones –Ayuntamiento y Junta- ni los Marichalar son unos cualquiera, no es descabellado suponer que vamos a asistir a una muy larga serie de negociaciones -concesión por aquí, contraprestación por allá- en las que algunos abogados tendrán mucho que decir y no poco que ganar. Al tiempo”. No hacía falta ser un lince para adivinar algo de lo que se avecinaba. Lo que no pensé entonces es que uno de los Marichalar iba a irrumpir en la política. Habilidad se llama eso; porque, aunque bien mirado, mil cien votos son pocos votos, si alguna influencia y micrófono les faltaba ya los han recabado. ¿Será también altavoz de sus intereses la diputada de “su” partido, UPyD, Rosa Díez?
Entretanto, y puestos a tirar por la calle de en medio, Álvaro de Marichalar ha puesto a funcionar el ventilador de las sospechas, para goce añadido de propietarios del polígono de Valcorba, sobre varias de las actuaciones de la Junta, del Ayuntamiento de la capital y del sursum corda. De la CMA a Camaretas; de Gesturcal a Valcorba; de la no necesidad de más suelo industrial a la sospecha de “culturetas” sorianos lacayos de la Junta; de la marginación secular -¿también en la larga etapa de su abuelo?-, a la cenicienta Soria que se hunde. Todo tiene, convengámoslo, ese tierno color añoso y sepia que en estas tierras tantas simpatías arrastra y tantos adeptos aglutina.
Uno confía, sin embargo, al margen de ternuras, que en las instituciones ya no rija aquello de la ley para el enemigo, mientras que para el amigo, o para quien tiene medios sobrados para influir y presionar, sólo cabe el favor. Uno confía, pero... ¿aguantarán este pulso las instituciones?
cromero@unizar.es PD.- Durante unos meses interrumpiré esta sección de La Cornisa, por no disponer de tiempo para escribirla.

DE NUEVO SÍ A LA CARCEL

De nuevo, sí a la cárcel 8 abril 08

Silvano Andrés de la Morena

No tengo inconveniente en proclamar de nuevo un “sí a la cárcel”, aun soñando la utopía de que ojalá no fueran necesarias. Pero vengamos a lo de hoy. ¿Hay alguna forma de saber si un partido o agrupación actúa por el bien público y pensando en el futuro de todos o lo hace por pura coyuntura táctica partidista? A veces, no resulta fácil aportar pruebas, pero, como la realidad es dialéctica y nada es incondicionado ni existe el azar, caben muchas posibilidades de concluir que existen. Por ejemplo, en el tema de la cárcel. Resulta curioso ver cómo la acción se va más directa por la vía fácil y populista, es decir, demagógica, que por el camino de dar respuestas adecuadas a los interrogantes que surgen cada día. Ahora resulta que Ides amenaza al alcalde, le pide que dimita y no descarta presentar una moción de censura. Mejor harían si dieran a las palabras el valor que tienen y el sentido que deben proyectar. ¿A qué razones reales se debe, qué objetivos busca, de qué poder goza cada uno para pedir una dimisión en un país en el que nadie, salvo honrosas excepciones, dimite? ¿Cuándo tiene que dimitir un responsable público, qué circunstancias tienen que darse para ello? ¿Los señores de Ides no entienden de la solidez del sistema? Una dimisión no es una decisión que haya que tomarse a la ligera. Y se tendría que exigir en situaciones límite. ¿De verdad que el tema de la ubicación de la futura cárcel requiere una dimisión? Si lo que pretende Ides es desgastar, mala táctica; si lo que necesita Ides es conseguir publicidad fácil y tener de su parte, circunstancialmente, a unos cuantos seguidores con intereses particulares, peor estrategia; si lo que busca Ides, horra de clientes tras las últimas elecciones, es resarcirse de su desaparición del mapa político de los sorianos, presas de una inflación de partidos, mal asunto, pues estaría dando fe de su estado agónico.
La afirmación de que (el alcalde) “no defiende los intereses de Soria al permitir que Instituciones Penitenciarias siga con la intención de construir la nueva cárcel en la Laguna, a los pies del monte Valonsadero” no se la cree ni el que la enuncia. Eso sin hablar de la hipérbole desorientadora, por no decir falsa, de “a los pies del monte Valonsadero”, como si se los fueran a mutilar. Ides lleva mucho tiempo con una política tan tosca y desvalida en el tema de la cárcel, con declaraciones extemporáneas, por usar un adjetivo suave, que raya en el mal gusto y peor estética. Si su secretario de organización quiere ser leal a su trayectoria en el tema, pues sí, que se lance de una vez a presentar una moción de censura. Sería hasta divertido. A ver qué planteamiento le da y a quién logra arrastrar. ¿Al PP? Pero si acto seguido afirma con la misma contundencia que “PSOE se calla con la Ciudad del Medio Ambiente y el PP lo hace con el proyecto de la cárcel”. Que se aclaren, por favor. Los de Ides, digo. Han dicho tantas mentiras sobre la futura cárcel que no merece la pena insistir en ello.
La cárcel será una fuente de riqueza. Sólo lo dudan los que pretenden otros objetivos. Lo escandaloso es que algún grupo político se convierta en portavoz de una treintena de intereses privados. Y me refiero a más de un grupo, que no tiene escrúpulos de revolver Roma con Santiago para hacerse notar y atraer la atención de algunos medios de comunicación, que, en el desierto informativo soriano, aprovechan cualquier tema para magnificar lo irrelevante, despistar y hacer una fatal pedagogía. La cárcel será una fuente de riqueza. Sin duda. Limpia, segura, con proyección de futuro y con empleos de calidad. Justo lo que necesita Soria, aunque a “los pies del monte” lleguen algunos ruidos, que diría el poeta. Por cierto, realmente quienes manchan los pies y el tronco del monte son los mismos sorianos, que no tienen escrúpulos, tanto en San Juan como en Jueves Lardero, por decir dos fechas, en tirar kilos de porquería como si la cosa no fuera con ellos.Ides juega a jugar. Tendrá que calcular cuál es el límite. Todos en Soria son conscientes de que el actual alcalde gobierna en minoría, de que cuenta con los mismos concejales que el PP, de que Ides tiene dos e IU, uno. Muy bien. Pues adelante. Que conviertan en acto democrático un deseo que lanzan a los vientos, pero que aprendan a hacerlo con datos, generosidad y miras de alcance. Por cierto, con toda probabilidad, el Partido Popular, como partido responsable que es, que vela por los intereses generales, que estuvo en el Ayuntamiento hasta mayo y conoce muy bien los pormenores de la ubicación en los terrenos de La Laguna, hará suyas las manifestaciones que en alguna ocasión ha hecho el señor Astarloa en el sentido de que una cárcel como ésta siempre favorece a la ciudad donde se construye. Además, el PP conoce bien cuál era su postura cuando estaba en el gobierno municipal y sabe que no hay razones objetivas, más allá del interés de desgaste, para oponerse a la cárcel ni a su ubicación. A buen seguro, los señores del PP no se dejarán llevar por los disonantes cantos de sirena de un Ides sin rumbo. ¿O no pasó el momento electoral? Carece de sentido, más allá de la crítica limpia, convertir en batalla de San Quintín el hecho de que algún organismo público se haya precipitado al decidir realizar catas, aunque incluso esto debería ser mejor conocido antes de emitir juicios interesados que sólo desorientan.Sobre el tema de la cárcel se han emitido opiniones tan alucinantes, tantas mentiras y tantos dislates, que avergüenzan a quien los analiza con objetividad y foco distanciador. Tanto desde una plataforma que no se representa más que a sí misma, como desde algunas formaciones que andan a la deriva. La cárcel puede y debe hacerse en Soria. Aunque el carácter inveterado de muchos sorianos puede lograr que acabemos descompuestos y sin novia. Siempre me ha resultado sorprendente que en un sitio como Soria tenga tanto éxito la permanente cultura del no, de un no estéril, alejado del análisis y de la crítica, cuando, a la vez, la gente se queja tanto del abandono secular. Soria tiene ahora abiertos algunos frentes importantes de desarrollo y creación de riqueza, que no puede desaprovechar, bajo excusas absurdas de “pies de montes” y destrucción de entornos. ¿A qué entornos aspiramos cuando se quedan vacíos del actor principal, que es la gente? Aunque no sólo por eso, no tengo inconveniente en proclamar de nuevo un “sí a la cárcel”, aun soñando la utopía de que ojalá no fueran necesarias.

martes, 8 de abril de 2008

MORAL DE LAICO

La complicidad de tantos prelados y fieles con el capitalismo más despiadado, las dictaduras más inmundas o los nacionalismos más excluyentes no impiden que culpen de todo a los que no creen en religión alguna.

Empieza a ser irritante el tono de superioridad moral con que muchos de los fieles de cualquier confesión o credo y las jerarquías religiosas que los propagan han dado en mirar a quienes adoptan ante la convivencia civil y la enseñanza una postura agnóstica y laica. Ahora insisten en ello las autoridades católicas, con Joseph Ratzinger a la cabeza y los obispos españoles haciendo de coro repetitivo de sus manidas orientaciones morales.
Igual que los de cualquier otra antigualla religiosa, vuelven los católicos a la cantinela de que la familiaridad con la ética y las exigencias de la moral son una prerrogativa de los creyentes de la que probablemente carecen aquellos que no comulgan con fe religiosa alguna.

Resulta asombroso contemplar cómo se ignora la evidencia de que una parte no menor de los grandes desastres morales de que hemos sido testigos durante años y años se ha producido en nombre de creencias religiosas o ha sido provocado y alentado por quienes decían abodecer tales convicciones. Y no menos sorprendente es admirar -porque es, en efecto, algo paradójico que es casi admirable- la facilidad con la que esos credos se armonizan con prácticas políticas y económicas de las que sabemos con toda certeza que -ésas sí- son la causa del dolor, la pobreza y el sufrimiento de millones de seres humanos, es decir, de la gran inmoralidad contemporánea.

La complicidad de tantos prelados y fieles con la apoteosis del libre mercado, las dictadurras más inmundas o los nacionalismos más excluyentes son ejemplos bochornosos de esa paradoja. Y sin embargo, los únicos que parecen responsables, los únicos a quienes se reputa de inmorales, son los que han renunciado a guiar su vida o su conciencia civil por creencias de esa naturaleza. Ante tal argumento perverso me propongo reivindicar la superioridad moral del laico sobre el creyente.

Con esta nueva monserga integrista se nos quiere escamotear de nuevo más de dos siglos de pensamiento. Por poner un nombre: en 1793 empezaba Kant su prólogo a la primera edición de La religión dentro de los límites de la mera razón con una afirmación que, digan lo que digan, es ya incontrovertible:
"La moral no necesita de la idea de otro ser por encima del hombre para conocer el deber propio ni de otro motivo impulsor que la ley misma para observarlo". Para decirlo claro: la moral no necesita de la religión; se basta a sí misma, sin esa clase de andaderas, porque tiene un sustento suficiente en la racionalidad humana. Este elemental punto de partida sirve para definir lo que puede ser la moral de un laico frente a esa otra moral necesariamente débil y vicaria que es la moral del creyente.

Lo que triunfa con el impulso ético ilustrado, la tolerancia religiosa, y la separación Iglesia-Estado, es la idea de la esencial igualdad moral de los seres humanos al margen de sus convicciones religiosas; la idea de que no es la religión lo que confiere su calidad moral a las personas, sino una condición anterior que no es moralmente lícito ignorar en nombre de religión alguna y que no debe ceder ante consideraciones de carácter religioso. Esa igualdad constituye el núcleo de la ética contemporánea, y con ella también de toda política justa, porque exige del poder que no haga distinciones en la estatura moral de sus ciudadanos.

Y esa idea de dignidad humana que sustenta todo el edificio de la moralidad laica se funde con la noción de autonomía de la persona como capacidad de conformar en libertad y a partir de sí las convicciones morales y los principios que han de presidir el proyecto personal de su vida. A esto, algún documento episcopal reciente lo ha llamado "deseo ilusorio y blasfemo" de dirigir la vida propia y la vida social, mostrando así de nuevo que, aunque se condimenten ahora con la salsa fría del libre mercado, ser católico y ser liberal siguen siendo dos menús incompatibles.

Pues bien, esa dignidad de ser moralmente autónomo se le confiere a toda persona humana en condiciones de plena igualdad, de forma que si es una blasfemia, es la blasfemia que sustenta todo ese pensamiento ético, y se expresa en ciertas exigencias morales que el pensamiento religioso, de cualquier clase que sea, dista de haber asimilado bien. La religión y su sedimento moral han ido siempre detrás de esas conquistas éticas, y generalmente en contra de ellas. Incluso la idea de derechos humanos, corolario directo de ellas, fue negada y perseguida sañudamente por la jerarquía católica hasta bien entrado el siglo XX. Nuestros obispos saben que pueden presentarse abundantes textos papales que tratan a tales derechos de errores morales absolutos. Por no mencionar algo que pervive aún en casi toda moralidad religiosa: la posición de la mujer en un plano subalterno que le niega el acceso a la jerarquía y la gestión del misterio.

Los obispos españoles sólo siguen la estela de ciertos lugares comunes muy cultivados por Joseph Ratzinger, al que no puede llamar "pontífice", o hacedor de puentes, porque, como su antecesor, parece más bien empeñado en destruir los pocos y débiles que penosamente se habían ido levantando. En su doctrina moral exhibe una terca insitencia en las perversiones del "relativismo" como causa próxima de todos los males contemporáneos. Y a veces equipara subliminalmente laicismo y relativismo, deslizando con ello la idea de que una cosa lleva necesariamente a la otra. Pero esto es sencillamente falso.

La moral de los laicos puede ser tan firme como cualquiera y tiende además a ser menos acomodaticia que la moral del creyente. La ética religiosa que pende de los designios de la divinidad (o de sus intérpretes terrenales, que parecen aún más antojadizos) tiene justamente problemas de relativismo que conocemos al menos desde Platón.
Cuando, en diálogo con Eutifrón, Sócrates le pregunta si lo bueno es querido por los dioses porque es bueno o es bueno porque es querido por los dioses, el problema de la moralidad religiosa está servido. Si lo primero, entonces la voluntad de los dioses no muestra por qué es bueno; para descubrirlo tendremos que pensar como laicos. Si lo segundo -es decir, que sea bueno sólo porque así lo quieran los dioses- condena a la ética religiosa a un desconsolador relativismo: las cosas serán o no serán buenas según se les antoje a los dioses. La moralidad será, pues, relativa a la voluntad de los dioses (o, como sucede de hecho, a las cambiantes voces de sus supuestos representantes en la tierra). No cabe por ello en esta ética aquello que define a una conciencia moral madura: poder alzar la voz ante cualquier dios para decirle que sus designios son injustos. Sólo una convicción moral que no se sujete sus máximas a los dictados de un "ser por encima del hombre", es decir, sólo una convicción moral laica, es capaz de eso.

El relativismo de la moral religiosa se acentúa, además, muchas veces al añadirle otros ingredientes todavía más vacios y mudables. Las viejas religiones apelan tercamente a la tradición para sostener la vigencia de sus ideas morales y justificar la protección pública. Pero cada tradición justifica una moralidad diferente, y, si hemos de ser consecuentes, todas ellas serían sólo por ellos válidas. ¿No es esto el núcleo mismo de la ética relativista?

Por no mencionar algo que no podemos olvidar fácilmente, y menos en España: que con desdichada frecuencia los creyentes se han aliado y se alían con ideales nacionalistas y patrioteros, o, como en el Oriente Próximo, se obcecan con la quimera de un territorio sagrado como receptáculo de su vida moral como pueblo. La cantidad de maldad y de sangre que han producido esas apuestas morales relativistas sustentadas en tradiciones y credos nacionales no necesita ser recordada entre nosotros. Frente a ellas es preciso afirmar la igual dignidad moral de todos los seres humanos, la perentoriedad del respeto a sus derechos básicos y la universalidad de sus exigencias ante cualquier ética casera o fideísta. O, lo que es lo mismo, es preciso vindicar nuevamente la calidad moral del pensamiento laico.

Francisco J. Laporta Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.
El País. 4/4/2008

domingo, 6 de abril de 2008

CORTOS

Siempre he opinado que las distintas instituciones, me da lo mismo el nombre que tenga y el tinte político que tenga, deben estar dispuestas para apoyar aquellas iniciativas emprendidas por los ciudadanos y que pretendan un bien común para la ciudadanía, sobre todo en una provincia como la nuestra.
Cesar Millán
Heraldo de Soria 03/04/2008


Cortos
Acabo de llegar del desierto y tras quince días sin tener más noticias de Soria que los resultados del Numancia (como es normal apenas el arbitro pitaba el final del partido me informaban del resultado ¡Gracias Alonso!) lo primero que he hecho es coger los periódicos atrasados intentando ponerme al día. Uno no puede evitar buscar noticias llamativas, noticias que amplíen más los días pasados fuera, intentando que el retiro cobre mayor importancia.

Con cierta tristeza compruebo que todo sigue igual, que es como si la mayor parte de las noticias ya las hubiese leído anteriormente. Pero lo peor de todo es que en muchos aspectos tengo la sensación de ir de un desierto a otro, como si únicamente cambiasen los escenarios, pero se mantuviese una misma esencia. Es triste comprobar como en algunos lugares del Sahara, pueblos con apenas doscientos habitantes, parece existir más vida que en la propia capital.

Es cierto, no lo voy a negar, que estando de vacaciones las cosas se ven de otra manera, parece que percibes mejor las luces que las sombras. Llegando incluso a magnificar lo que estas viendo (no puedo evitar recordar expresiones de aquellos que nos visitan en verano y señalan que Soria debe ser un lugar maravilloso para vivir, pero no se quedan). Soy, o al menos lo intento, ser objetivo y separar una cosa de otra, pero no puedo negar que me da rabia comprobar como aquí hemos hecho de la queja el pan nuestro de cada día y en otros lugares son felices, y se les ve en la cara, con muy poca cosa.

Pero volviendo al apartado de las noticias, y salvando aquellas que hablan de la futura cárcel, de la huelga de funcionarios de hacienda, del cumplimiento o no del PAES o de la subida de precios, no puedo dejar de escandalizarme por la denuncia del Convenio con la organización del Certamen de Cortos Ciudad de Soria entre el Ayuntamiento de Soria y la Asociación Cultural de la UNED.

Lo siento, pero no puedo comprender como algo de lo que podíamos estar orgullosos todos los sorianos y que en el mundo del cine tiene ya un reconocimiento a tener en cuenta, de golpe y porrazo se intente frenar, o al menos dirigir de otra manera. Máxime cuando el año pasado se firmo un convenio por cuatro años más, por algo sería.

Siempre he opinado que las distintas instituciones, me da lo mismo el nombre que tenga y el tinte político que tenga, deben estar dispuestas para apoyar aquellas iniciativas emprendidas por los ciudadanos y que pretendan un bien común para la ciudadanía, sobre todo en una provincia como la nuestra.

No será que lo que se quiere es dar sentido al propio festival y festejar por todo lo alto que en nuestra ciudad si algo podemos demostrar en que estamos a la altura de celebrar un verdadero CERTAMEN DE CORTOS. Si luego cada uno quiere colgarse medallas, por algo será.

miércoles, 2 de abril de 2008

SOBRE LA DENUNCIA DEL CONVENIO CON LA ORGANIZACIÓN DEL CERTAMEN DE CORTOS POR EL AYUNTAMIENTO DE SORIA

Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía desea manifestar a la opinión pública su apoyo a la Asociación Cultural de la UNED, que tan brillantemente ha organizado estos últimos cinco años el Certamen de Cortos Ciudad de Soria, con dedicación, esfuerzo, profesionalidad y sber hacer encomiables, recompensados por su consolidación y reconocimiento a nivel nacional.
El éxito organizativo de este festival hace incomprensible la denuncia del convenio por parte del equipo de gobierno municipal socialista. Teniendo en cuenta que el convenio se habia firmado por un periodo de cuatro años y que el actualmente vigente se firmó el año pasado, no es fácil encontrar jjustificación a la postura del Ayuntamiento. Con este tipo de medidas precipitadas se corre el riesgo de desaprovechar el trabajo y la experiencia acumulada durante estos años por el actual equipo organizador, poniendo incluso en peligro el prestigio alcanzado por este certamen.
Al contrario, si algo funciona y lo hace bien desde la sociedad civil, la misión de los políticos es dejar que siga funcioanndo bien, no creando problemas donde no existen, alentando precisamente este tipo de iniciativas que surgen de la participación y el compromiso de nuestra gente, y dedicándose a solucionar los graves problemas que tiene la ciudad.
Es por ello que, Ciudadanos-partido de la Ciudadanía se siente en la obligación de denunciar este intento de controlar la organización del certamen por parte del partido político que ocupa actualmente la Alcaldía.
Asimismo, Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía quiere manifestar su apuesta decidida por mantener espacios amplios en los que los ciudadanos puedan aportar su esfuerzo, mérito y talento a la sociedad, en cualquier tipo de trabajos o puestos de responsabilidad, sin necesidad de verse obligados a mantener ningún tipo de relación clientelar con los partidos que ocupen las posiciones de decisión política.
2008-04-02
Ciudadanos - Partido de la Ciudadanía
Soria

martes, 1 de abril de 2008

MÁS DE LO MISMO

Parece que se avecina un acuerdo entre PNV, BNG y el PSOE para propiciar la investidura de Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno de España. Más de lo mismo. Mientras que los votantes de estos dos partidos nacionalistas pueden estar relativamente satisfechos del uso que se le va a dar a su voto (conseguir mayor autogobierno y apalabrar alguna que otra inversión del Estado en sus respectivas Comunidades Autónomas); no creo que puedan decir lo mismo las personas del llamado electorado volátil que esta vez se han decantado por la opción socialista.

Tras las elecciones en las encuestas aparecía una mayoría satisfecha con la pérdida del poder de los nacionalistas; pero mientras el juego político en nuestro país se desarrolle en los parámetros actuales, ley electoral por medio, esa supuesta pérdida es una ilusión. Siempre conservarán un poder estratégico que se moverá al vaivén de las coyunturas políticas pero que siempre estará muy por encima de los votos que obtengan en relación a otras fuerzas políticas. El alcance que tenga el acuerdo, está por ver; pero siempre estará presente la posibilidad de que el PSOE necesite al bloque PNV-BNG (8 diputados entre los dos, con un 2 % de votantes) o a CiU (11 diputados y un 3 % de votantes) para sacar adelante sus propuestas. Los márgenes de maniobra que tengan cada uno, determinarán en definitiva el alcance del acuerdo.

¿El PNV puede renunciar a su plan soberanista o están deseando que se les dé una excusa para poder concretar esa renuncia y salir del embrollo en que les ha metido su lehendakari? ¿Hasta dónde puede o quiere ir el PSOE con el tema vasco? La tozudez del lehendakari Ibarretxe puede llevar al PNV a un callejón sin salida, pero no sería la primera vez que los socialistas acuden en socorro del PNV, como en aquel lejano 1986 cuando en unas elecciones autonómicas aun sacando más diputados que el PNV, fue entregada la lehendakaritxa a un nacionalista. No recuerdo otro caso en otra Comunidad Autónoma en que la presidencia del gobierno no lo ocupase un miembro del partido que más diputados hubiera conseguido.

El flirteo que ha mantenido y mantiene el PSOE con los nacionalistas es digno de estudio de diván de psicoanalista. Ha pasado, bien por una especie de complejo, como si estuviese escrito en no se qué ley natural que determinados puestos sólo los podían ocupar los nacionalistas, como la lehendakaritxa, bien por un empeño autoimpuesto, condenado al fracaso, de intentar salvar a los nacionalistas de sí mismos y de sus propias contradicciones, intentando integrarlos en la España constitucional en la que ellos no creen, a base de concesiones. Estrategia, dicho sea de paso, que ha fracasado estrepitosamente, produciéndose el efecto contrario: a medida que han alcanzado mayores cuotas de autogobierno, sus pretensiones nacionalistas se han radicalizado. O bien, por último, por adoptar ellos mismos, los socialistas, un discurso filonacionalista, como en Cataluña. Esta contradicción parece venir de aquellos tiempos, que deberían percibirse ya como lejanos y no relevantes para la situación actual, en que los socialistas compartían trincheras con los nacionalistas en contra de la dictadura. Pero esa coyuntura histórica no debería confundirlos, socialismo y nacionalismo son incompatibles. El socialismo nació con vocación internacionalista, igualitaria; todo lo contrario que el credo nacionalista, venga de donde venga y se presente con la piel de cordero que mejor sirva a sus intereses estratégicos del momento.

Quizá los socialistas hayan aprendido del error cometido en 1986. Tras la escisión del PNV, los socialistas dieron oxígeno a unos nacionalistas debilitados y divididos, entregando la lehendakaritxa al PNV. Desde entonces, los nacionalistas han ido acumulando victoria tras victoria; copando los puestos claves de la sociedad vasca y retroalimentando su nacionalismo excluyente. Quizá sea el momento en que los socialistas aspiren sin complejos a arrebatarles la lehendakaritxa al PNV y provocar un punto de inflexión en la deriva del País Vasco, con un PNV a la baja. Eso pasa, obviamente, porque el acuerdo que se pueda dar entre el PSOE y el PNV en Madrid, no suponga un balón de oxígeno para este último y no debilite la campaña que Patxi López deba hacer en las autonómicas que se avecinan en el País Vasco, atándole de pies y manos desde Madrid. La hoja de ruta del plan Ibarretxe es lo suficientemente descabellada e inquietante como para no intentar desmontarla definitivamente con las urnas en el propio País Vasco. Pero es que, además, es de tal envergadura que sería un acto de irresponsabilidad que el PSOE intentase marginar al otro gran partido en esta situación.

Es necesario que, en los asuntos de auténtica envergadura, PSOE y PP colaboren para hacer un país, el de todos nosotros, viable e integrador. No puede repetirse, por tanto, que el PSOE suscriba acuerdos, como en la anterior legislatura, con fuerzas políticas nacionalistas excluyendo a (o en contra de) diez millones de electores, que es el apoyo electoral que suele recibir el PP, casi la mitad de españoles que votan.

El cinismo y la hipocresía política que demostraron, tanto el PP como el PSOE, a la hora de reclamar el perdido consenso, no nos permite ser optimistas. La perversión de las palabras que practican nuestros políticos llegó hasta tal punto en la anterior legislatura de que, cuando hablaban de consensos y de llegar a acuerdos, era para meter el dedo en el ojo del adversario político, no para alcanzarlos. Unos y otros se echaban la culpa. “Y tú más”, era la frase favorita. Uno y otro reclamaban unidad frente a los terroristas; y echaban la culpa al otro de haberla roto. Mientras, los ciudadanos de a pie, asistíamos atónitos al espectáculo.

A estas alturas, quizá deberíamos dejar de lado los deseos y enfrentarnos a la dura realidad. Aplicándonos el refrán de “a Dios rogando y con el mazo dando”, en lugar de confiar en lo que puedan o deban hacer los del PSOE y los del PP, más sensato y realista sería propiciar un estado de opinión favorable a un cambio en la ley electoral. Sólo con esa reforma evitaríamos que, cuando un partido necesite apoyos para sacar adelante sus propuestas, no suponga una invitación a la desmembración de España a aquellos pequeños partidos nacionalistas que están en situación de ofrecerlos a pesar de que les han votado un menor número de ciudadanos que a otros partidos de ámbito nacional. Sin ir más lejos, en estas últimas elecciones, el PNV con 300.000 votos ha conseguido 6 diputados; en cambio IU con cerca de un millón votos (963.000) sólo ha conseguido dos.

Sería el momento, quizá, de que los partidos de ámbito nacional perjudicados gravemente con esta ley injusta se unan para manifestarse públicamente a favor de esa necesaria reforma de la ley electoral para propiciar un mejor reflejo en las Cortes de la voluntad general de todos los españoles.

Javier Romero Pascual
Responsable de Comunicación de
Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía (Soria)