Estimados compañeros, en la reunión celebrada en Salduero (Soria) quedó de manifiesto que la indefinición en la que nos movemos nos impide estar presentes en algunos debates de rabiosa actualidad. Urge, por tanto, hacer un esfuerzo, primero, de introspección para descubrir qué es lo que nos une, y en segundo lugar, una vez hecho evidente esos principios que todos compartimos, a partir de ellos, derivar en un esfuerzo deductivo, cuál podría ser nuestro posicionamiento en todo lo demás. Como suele suceder, lo más sencillo es lo más acertado. Empecemos pues, por nuestro propio nombre: Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía. Y en el tema que pretendo abordar: república vs monarquía.
Por coherencia
1.- La condición de ciudadanos, nos iguala a todos en cuanto a derechos y deberes. En esto no es posible admitir excepciones. En este sentido la institución monárquica supone una anomalía difícil de aceptar.
2.- Tanto UPyD como C´s proclaman su intención de aportar racionalidad y sentido común en el quehacer político. Precisamente fue una conquista de la razón, el reconocimiento universal de la dignidad intrínseca del ser humano y de la igualdad en cuanto a derechos y deberes para todos, independientemente de cuestiones de sexo, raza, creencias, y origen. Incluso en sus orígenes, C´s apostaba por “el tratamiento objetivo de los problemas como único medio de alcanzar consensos” (creo recordar). Por otra parte, no podemos obviar que, entre las tres fuentes de legitimidad de las que habla Weber (carismática, tradicional y racional-normativa) nuestra concepción del ser humano y de la política implica inclinarse por esta última, rechazando tanto la carismática (más propia de aquellos regímenes que practican el culto a la personalidad), como la tradicional (basada en supuestos derechos que hunden sus raíces en las profundidades oscuras de la historia) Pues bien, la institución monárquica se ajusta a la histórica retroalimentada por un culto a la personalidad que esconde los defectos de las personas que en cada momento encarna esa institución y exagerando, cuando no directamente inventándoles, sus virtudes.
3.- A veces se le atribuye en las monarquías parlamentarias al Jefe de Estado, rey o reina, simbolizar la continuidad del propio Estado a lo largo de la historia. Pero dado que la soberanía reside en el pueblo, es la voluntad de éste expresada democráticamente la que garantiza la pervivencia del Estado y no otra cosa.
Por estrategia
1.- Pienso yo que la apuesta nacional de C´s no puede ser una derivación secundaria de la que realmente se nos reconoce, a saber, la defensa de los derechos de los que no comulgan con el credo nacionalista en aquellas comunidades donde la presión identitaria es mayor. No podemos aparecer ante la opinión pública como españolistas en Cataluña y catalanes en el resto de España. Necesitamos una, llamémosle, bandera que nos identifique por igual en todas las partes de España, de la que se deriven distintos modos de proceder dependiendo de la realidad social en la que intervengamos. La bandera, obvio decirlo, es nuestra concepción de la ciudadanía. Que en Cataluña se expresa en la oposición contundente ante la actual situación en la que se encuentra y que supone, en definitiva, que se conculquen derechos individuales en aras de la conquista de unos supuestos derechos colectivos. Y en el conjunto de España se expresa (o se podría expresar) en la defensa de una ciudadanía participativa y en la defensa de un republicanismo moderado.
2.- Hora es ya de decirlo, pero la aventura “transversal” confunde más que otra cosa. Debemos encontrar otra idea que nos identifique, como ya dije.
Tradicionalmente, en el republicanismo español ha sido copado por opciones excesivamente radicalizadas, utópicas, poco razonables. Hay un espacio vacío que se puede reclamar a través de una apuesta por una república desde posiciones moderadas. La III República no puede ser la locura revolucionaria de la anterior. Debe integrar y hacer posible que se pueda gobernar desde cualquier posición ideológica. La II República, conviene recordarlo, dejó de ser aceptada por la izquierda catalana, que proclamó el estado catalán dentro de la república federal española, cuando en el gobierno republicano empezó a influir opciones más conservadoras, la CEDA. Esta identificación república con posturas rupturistas debe evitarse, entre otras razones porque no es razonable. La república es una forma de gobierno en la que el Jefe de Estado debe tener legitimidad democrática renovada periódicamente para ejercer sus funciones, pero no condiciona qué orientación ideológica debe tener. Por lógica, sería la de la mayoría de los españoles. Por eso deberíamos apostar, no por otra cosa. El pasado no tiene por qué condicionar el futuro, si utilizamos el sentido común para alcanzarlo.
3.- Aunque la presión popular contribuyó a que comprendiesen viejos y no tan viejos representantes del antiguo régimen franquista que debían propiciar la transición, ésta se cocinó por unas elites reducidas de uno y otro lado que buscaron instaurar unas reglas de juego que les permitieran controlar el proceso y situarse en posición de poder en la nueva situación que se avecinaba. Así, la propia monarquía fue aceptada por la oposición tradicionalmente republicana (PSOE y PCE) por dos razones, una, para facilitar la transición dejando sin argumentos a los nostálgicos del antiguo régimen ya que, en definitiva, se estaban cumpliendo las previsiones sucesorias del dictador, y dos, a cambio de instaurar un régimen que hemos convenido en llamar “partitocrático” en el cual las cúpulas de los partidos hacen y deshacen a su antojo merced a los cuantiosos recursos y resortes que el actual sistema deja en sus manos, y en el cual también entraron las organizaciones empresariales y sindicales (recordemos la financiación pública de los sindicatos que en nuestro programa pedíamos suprimir) a través de los Pactos de la Moncloa.
El error estratégico que estamos cometiendo a mi parecer es pensar que se puede superar este sistema “partitocrático” dejando al margen a la institución monárquica pues en el modelo que consagra la Constitución ambos aspectos están entrelazados.
ZP bien que lo sabe, de ahí la defensa acérrima que ha hecho de la reina ante las inauditas declaraciones de la reina; ya que teme que un debilitamiento de la Corona conllevaría poner en riesgo, no la democracia, sino esta democracia, en la que él y su partido juegan con ventaja.
4.- Si nosotros nos posicionamos en el centro izquierda, deberíamos aspirar a disputar el voto al PSOE y a UPyD. En cuanto al PSOE decir que tiene el corazón republicano pero la cartera monárquica. El corazón pertenece más a las bases y votantes acérrimos, y la cartera sólo pertenece a su clase dirigente. Un posicionamiento republicano por nuestra parte dejaría en evidencia al PSOE, en mayor o menor medida dependiendo de nuestra capacidad de que nuestro mensaje ya republicano llegara a la opinión pública, dejando al descubierto las verdaderas razones que, a pesar de su pasado republicano, le lleva a consentir a la monarquía.
5.- Creo que el apoyo que la población española otorga a la monarquía no es tan sólido como parece. Bastaría que se abriese un resquicio informativo para descubrir sus debilidades. La escasa inteligencia que ha demostrado la reina Sofía en sus declaraciones demuestra hasta qué punto son vulnerables.
6.- Último y más importante: no hay mejor estrategia que la propia coherencia. Presentar planteamientos “ciudadanos” acordes con la república, (como no podía ser de otra manera si queremos seguir llamándonos ciudadanos y no súbditos), tarde o temprano daría sus frutos. La monarquía empieza a mostrar sus debilidades y esto sólo ha hecho que empezar. En el momento que empiece a tambalearse, el PSOE se convertirá republicano de toda la vida, y por supuesto, le ayudará a caer. Mientras nosotros, ¿a cambio de qué aceptamos esta anomalía e incoherencia?
Por eso creo que conviene enarbolar, por coherencia y por estrategia, el lema de
¡CIUDADANOS POR LA REPÚBLICA!
martes, 11 de noviembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
PERDÓN POR LA EXTENSIÓN
El pelma de autor
Publicar un comentario