jueves, 6 de noviembre de 2008

LA INSTITUCIÓN MONÁRQUICA

Está claro que un exceso de luz la institución monárquica no lo soporta muy bien que digamos. Está sostenida por un grupo de políticos ventajistas en la medida que la protegen manteniendo un cerco de opacidad alrededor de la familia real y aledaños. Basta que este muro se resquebraje mínimamente para que la institución muestre sus debilidades. Parece, además, que es consustancial a ella cierto culto a la personalidad hacia las personas que la representan. Curiosamente, todas las explicaciones sobre cómo han llegado a los españolitos las opiniones reaccionarias de la reina, cargan las tintas no sobre ella, sino sobre aquéllos que no lo han impedido lo suficiente; desde el secretario hasta la propia periodista, Pilar Urbano. En un sistema democrático, en el que el derecho a recibir la ciudadanía una información veraz está fuera de toda duda, tanto empalago alrededor de la familia real resulta sospechoso. Sorprende cómo periodistas que arman sus argumentos de forma consistente cuando tratan otros temas, llenan sus columnas de vaguedades, perogrulladas y trivialidades vacías de contenido, como si les temblaran el pulso, al tratar temas monárquicos. La más recurrente es la “humanidad y sencillez” de nuestros monarcas; es de agradecer que nos aclaren que selenitas no son; pero el problema no está en esa su evidente condición humana, sino en los privilegios que ostentan desde la cuna a pesar de haber sido paridos por el mismo sitio. Cuando meten la pata hasta el corvejón (¿por qué no te callas?), nos hablan elogiosamente de su espontaneidad; pero mucho me temo que esa misma espontaneidad no se nos permitiría al resto de los mortales, ni sería tan aplaudida. Es razón suficiente para desear que llegue la III república, si así nos evitamos que cada cierto tiempo nos inunden los periodistas de la Corte con tanta chorrada. Nuestras neuronas lo agradecerían.
Javier Romero Pascual
DNI 72.875.856-B

Publicado en "El Heraldo de Soria"
6-11-2008

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