domingo, 10 de febrero de 2008

OTRA VUELTA POR EL PÁRAMO

"El contrapunto a estos mensajes lo empezó poniendo Ciudadanos con sus candidatos Alfonso Garzón, para el Congreso, y Jesús de Lózar, para el Senado. Lejos de lloriquear la “pérdida” de un diputado, subrayan que en realidad sigue sobrando otro..."
Carmelo Romero Salvador.

El Mundo / Diario de Soria, 2 de febrero de 2008.

OTRA VUELTA POR EL PÁRAMO
Las campañas electorales suelen tener un cierto aire de subasta. La actual no es que tenga un cierto aire; está siendo una subasta. El “quién da más” constituye el meollo de las intervenciones de los líderes del PSOE y del PP. Como si se volviera a la España caciquil y oligárquica de las épocas isabelina y de la Restauración, el voto, además de valor, empieza a tener precio. Cambian las formas y los métodos, pero se mantienen las esencias. Impresentables e ineficaces hoy los saquillos de duros de puerta a puerta y de mano en mano, han pasado a utilizarse, en mil formas y maneras, las arcas del Estado. Los grandes temas y los planteamientos políticos dejan paso al mercadeo y a la puja: “Zapatero ha ofrecido... ¿Quién da más, a la una..?” “Rajoy acaba de elevar la oferta: “A las dos... ¿quién da más?” Rentará votos esta indecorosa puja, dado que sus sesudos equipos de asesores se lo aconsejan y ellos lo hacen, pero, incluso en estómagos coriáceos, provoca nauseas. Esperemos que los debates de más calado, el caviar de la dialéctica, estén siendo reservados para cuando avance la campaña, porque un mes largo de potajes de esta guisa puede acabar estomagando hasta al más adicto garbancero.

Lo paradójico es que el incremento de las críticas individuales a la actuaciones de los dos partidos mayoritarios no se ha venido traduciendo, hasta ahora al menos, en una merma de sus votos. Será, como decíamos en la última Cornisa, que, al margen de ellos, sólo está el páramo. Y en el páramo, también en la política, hace “frío, mucho frío”. En realidad, con la vigente ley electoral, un frío siberiano.

Que se lo pregunten si no a Izquierda Unida. Cada uno de sus actuales cinco diputados le salió a una media de doscientos sesenta y cinco mil votos, cuando al PSOE y al Partido Popular, cada diputado les costó tan sólo el “pico”: sesenta y siete mil votos por diputado.

Las aspiraciones de IU en Soria, de cara a las elecciones, han quedado muy claras. Plantear y difundir proyectos, análisis y programas y contribuir con los votos que reciban a obtener el cinco por ciento a escala nacional, requerido para formar grupo parlamentario. Es posible que, como en anteriores ocasiones, deban hacer frente a una campaña en contra muy del gusto de los dos partidos mayoritarios: el voto útil. “Votar a Izquierda Unida –han dicho reiteradamente-, es tirar el voto, porque aquí no van a obtener escaño”.

Ese eslogan del “voto útil” es, no obstante, tan simple como falaz. Convendrá que nos detengamos un instante en ello. En las últimas generales, las del 2004, el PP obtuvo en la provincia, con 29.187 votos, dos diputados y el PSOE, con 22.287, uno. Ahora bien, idéntico número de representantes hubieran obtenido el PP con 6898 votos menos y el PSOE aunque no le hubieran votado 9729 electores de los que le votaron. De ahí que -con este mismo argumento de utilidad, tan poco democrático y ético, esgrimido por los partidos mayoritarios para pedir que se les vote a ellos-, pueda afirmarse que casi siete mil votos para el PP y diez mil para el PSOE fueron “inútiles”. Dado que en Soria habrá un diputado menos, estas cifras de votos “inútiles” para ambos partidos todavía aumentarán más, especialmente en el caso del PP.

Ciertamente, todo voto tiene “utilidad” para quien lo recibe, para el que lo emite es la expresión de su pensamiento y conciencia política. Si hubo un día lejano en el que un jornalero analfabeto, cuando le querían comprar su voto, dijo aquello de “en mi hambre mando yo”, sólo faltaría que a estas alturas se buscara, contraviniendo el propio pensamiento, una supuesta utilidad que, en la práctica y como hemos visto, es ficticia.

Además de Izquierda Unida, con Juan José Catalina al Congreso y Eduardo García al Senado, Ciudadanos y UPD presentan listas por Soria. La UPD de Rosa Díez y Fernando Savater ya ha tenido que cambiar a uno de sus candidatos al Senado pues Javier Romero abandonó, cual relámpago, el partido que lo presentó, para integrarse, cual rayo, en Ciudadanos. Donde no ha habido cambios es en la candidatura para el Congreso: la encabeza Álvaro de Marichalar. Su nombre fue una sorpresa para muchos, incluidos, seguramente, no pocos de quienes se han venido moviendo en el entorno de Rosa Díez y de Savater. Sorpresa no porque los Marichalar no tuvieran antecedentes con vena política. Todo lo contrario. Uno de sus antepasados, Luis San Clemente, Marqués de Montesa, fue procurador en las primeras Cortes de la Regencia de María Cristina, aquellas de 1834, en las que sólo podía votar el 0,013 del población; o séase, la elite oligárquica; muy elite y muy oligárquica. Y, más recientemente, su abuelo, Luis Marichalar y Monreal, Vizconde de Eza, fue diputado por el partido conservador y el distrito de Soria, nada menos que durante 24 años seguidos -de 1899 a 1923-. Por cierto, que el Vizconde tuvo que oírse muchas veces, para su disgusto, la monserga sorianista que ahora, mire usted por dónde, ha hecho suya su nieto: que a Soria la marginan siempre los gobiernos, que la culpa es de los políticos que padecemos, y todo el bla, bla, bla de rigor y de costumbre. No es, faltaría más, que los nietos deban ser lo que sus abuelos, ni los hijos lo que sus padres –eso queda para las casas reales y ¡ay¡ para el traspaso de títulos nobiliarios-, pero me da que, en ese punto, la diferencia de actitudes entre aquel Marichalar y éste estriba, fundamentalmente, en que el Vizconde ya era diputado y su nieto no. Lo cual, desde luego, no es un matiz, sino una diferencia sustantiva.

En todo caso, entre la vieja zurribanda de la Soria cenicienta y marginada y los regímenes fiscales especiales, parece que el partido de Rosa Diez, por medio de su adalid aquí, Álvaro de Marichalar, comienza su campaña regresando al Antiguo Régimen y al sorianismo más casposo. Veremos cómo evoluciona.

El contrapunto a estos mensajes lo empezó poniendo Ciudadanos con sus candidatos Alfonso Garzón, para el Congreso, y Jesús de Lózar, para el Senado. Lejos de lloriquear la “pérdida” de un diputado, subrayan que en realidad sigue sobrando otro, porque, como aquí se ha expuesto reiterada y extensamente, el valor real del voto de cada ciudadano, en esta España democrática, sigue dependiendo no del hecho de ser persona, sino de la provincia en la que se está censado. Sin embargo, que lo expongamos y argumentemos algunos comentaristas, tiene menos significación y mérito que el que lo haga suyo un partido político en estas tierras. Y ello porque, a priori, no parece que tales mensajes puedan dar votos, dada la creencia generalizada de que tres diputados confieren a la provincia más peso que dos. En la báscula y en el sueldo así será, pero en lo tocante a influencia de Soria en el Parlamento, en absoluto. Allí ni se vota ni se actúa por procedencias geográficas, sino por partido. De hecho ¿cuándo los diputados por Soria del PSOE y del PP votaron juntos?

Reformar en profundidad la ley electoral, para cambiar comportamientos políticos y profundizar en la democracia, ha sido hasta ahora el mensaje de Ciudadanos. Esperamos los siguientes y, o mucho me equivoco, o creo que van a animar, al menos aquí, esta campaña electoral.

Es claro que IU, UPD y Ciudadanos no obtendrán escaño en la provincia, pero también que los votos que reciban les serán tan útiles, o inútiles, como los que vayan al PP o al PSOE. Bastante frío hace en el páramo como para que, los que se han puesto a buen cubierto y con excelente abrigo, se dediquen al cómodo ejercicio de arrojar más hielo.

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