viernes, 16 de mayo de 2008

TERRORISMO

No era este, ni mucho menos, el tema elegido para hablar esta semana. Es más, tenía suficientes motivos para centrarme en el Numancia y las celebraciones del fin de semana, pero resulta que unos animales descubren en mi palabras de desprecio que no creía tenía en mi vocabulario.
Quizá lo mejor que puedo hacer es no prestarles atención, no dedicarles ni una palabra dado que han demostrado que no merecen la más mínima atención. Pero qué pasa con las víctimas y sus familias, con aquellos que únicamente parecen engrosar una estadística y a los que es muy posible olvidemos pasados unos días.
Cómo es posible que unos individuos amparados en nosequé derechos sean capaces de decidir en quien debe morir y quien no, en perpetrar viles atentados a los que, por desgracia, parece que ya estamos medio inmunizados. Claro que ayer escuchábamos todos con atención la noticia, veíamos con espanto como había quedado la casa-cuartel y que muchos de los comentarios entre amigos y familiares iban a versar casi sobre este tema y que, todavía escuchamos voces, con demasiada frecuencia, que parecen excusarlos.
Claro que lo más fácil ahora es hablar de unidad, de estar todos juntos contra el terrorismo. Y antes ¿qué? Cómo es posible que a estas alturas del siglo XXI y en un país como España sea todavía un tema que algunos políticos usen para manipular a los votantes. Escucho ahora que en el Congreso ha existido unidad y que parece que se han olvidado las trifulcas entre los dos partidos mayoritarios ¡Ya era hora!
Por supuesto que debemos demostrar más respeto, más temple que los asesinos, pero basta ya de prerrogativas, de beneficios que han demostrado que a esas mentes no hay nada que les intimide. No, por supuesto que no hablo de pena de muerte ¡faltaría más! Pero sí del cumplimiento íntegro de las condenas, de pérdidas de beneficios penitenciarios. Sí, demostrarles que somos un país democrático, pero que paguen por sus delitos, por su falta de respeto no por las leyes, que aquí es algo secundario, sino por la vida.
Pero sobre todo no olvidemos que los asesinados (y los heridos, que parece que no cuentan), en esta ocasión Juan Manuel Piñuel Villalón, tienen nombres y apellidos y una familia que tardará en recuperarse, si lo hace algún día. Así que basta de palabrería y buenas formas en instantes como estos y unidad, pero de verdad, para terminar con la lacra que supone el terrorismo y aquellos que los amparan con palabras o mirando para otro lado. Y si las leyes actuales son suaves con el terrorismo y nos hacen creer a la mayoría de los españoles que las penas son irrisorias ya saben los legisladores lo que deben hacer, pues que a nadie se le olvide que los jueces no pueden (o al menos no deben) saltarse las leyes, en ningún sentido.

No hay comentarios: